José María Teclo Morelos Pérez y Pavón
Nació
en Valladolid, y estudió durante los primeros años de su vida con su abuelo
materno. Estudió la carrera de sacerdote en el Colegio de San Nicolás y
en 1789,
entró al seminario de Valladolid, donde se graduó en 1795.
En 1799,
fue nombrado cura de Carácuaro, donde permaneció hasta 1810.
Durante su juventud fue discípulo de Don Miguel en el Colegio de San Nicolás, del cual
Hidalgo era rector. A los catorce años, dejó la ciudad de Valladolid para
trabajar en la hacienda de San Rafael Tahuejo, propiedad Felipe Morelos, primo
de su padre. Trabajó también como arriero.
Se relacionó con Brígida
Almonte, de Carácuaro,
con la que tuvo a Juan Nepomuceno Almonte, nacido en 1803, y a Guadalupe
Almonte, nacida en 1809, y aunque se responsabilizó de su crianza y educación,
no les dio su apellido.
Dio
clases de gramática y retórica durante dos años en Uruapan. Su rico bisabuelo,
Pedro Pérez Pavón, dejó un capital para su hijo natural José Antonio, siempre
que se ordenara sacerdote, pero al casarse, la madre de Morelos, solicitó que
el capital pasara a su hijo y en el año 1797 se ordenó sacerdote y comenzó a ejercer
como párroco hasta que se unió a la rebelión
de Hidalgo en 1810.
Durante la rebelión de Hidalgo, Morelos
tuvo aparición en sus llamadas 5 campañas:
1ª Campaña
Tras el encuentro con Hidalgo,
Morelos regresó a Carácuaro, con intención de renunciar al curato y reclutar,
de entre la gente de Carácuaro, a cuantos soldados pudiera, a fin de marchar cuanto antes hacia el
Sur. El gobernador del Obispado, Mariano de Landa y Escandón, le concedió la
ausencia del curato el 25 de octubre. Ya en su parroquia, logró reunir 25 hombres armados
entre lanzas y escopetas. Después de reunir a la gente de
Carácuaro para explicar sus motivos de abandono al curato, en los que citó el
"Itinerario para pueblos para párrocos de indios", obra hecha
por los jesuitas en la que afirma que los
"los clérigos pueden tomar las armas lícitamente cuando hay alguna
grave necesidad en utilidad grande de la república". De ahí marchó a
Zacatula, atravesando la rivera del Río Balsas, en la Tierra Caliente, rumbo a la Costa, camino que
atravesó bordeando la provincia de Michoacán. Como afirmaría en el juicio
que la Inquisición, le siguió cinco años después
"Siempre conté con la justicia de la causa, en que habría entrado,
aunque no hubiese sido sacerdote". Llegó a Huetamo,
donde su tropa aumentó a 350. Ahí escribió a un amigo sacerdote
Veo de sumo
interés escoger la fuerza con que debo atacar al enemigo, más bien que llevar
un mundo de gente sin armas ni disciplina. Cierto que pueblos enteros me siguen
a la lucha por la independencia, pero les impido diciendo que es más poderosa
su ayuda labrando la tierra para darnos el pan a los que luchamos
Huetamo,
Provincia de Michoacán a los veinticinco días del mes de octubre del año de
Nuestro Señor de mil ochocientos diez. José María Morelos
El objetivo de la campaña era
conseguir hombres y armamentos en el sur del país, y, principalmente, cumplir
la encomienda de Hidalgo: la toma del Puerto de Acapulco, un importante centro comercial. A
principios de noviembre, las tropas de Morelos bordearon la costa y llegaron
a Zihuatanejo, donde consiguieron que muchos de
los pobladores (principalmente campesinos de bajos recursos) se unieran a su movimiento, y
ya en Petatlán, logró reclutar a muchas más
personas para su ejército. Con aproximadamente 2000 hombres, Morelos decidió
tomar Técpan, una pequeña población en la Costa Grande del actual Estado de Guerrero, donde hicieron huir a la
guarnición del ejército realista. Ahí, se le unieron a Morelos, los Galeana,
formados por Hermenegildo y Pablo, sobrino de Hermenegildo. Los Galeana contaban con un
cañón conocido como ‘’El Niño’’ que se usaba en las fiestas del pueblo. Los
Galeana eran descendientes de un pirata inglés que llegó a la costa guerrerense en el siglo XVIII.
Después de la toma de Técpan,
Morelos marchó con su ahora más numeroso ejército a San Jerónimo, lugar en
el que entró sin resistencia y después se trasladó a la población de Coyuca de
Benítez, pero estas
poblaciones ya se ubicaban en la región de Costa Grande. Después, el objetivo de Morelos era aproximarse lo
más posible a Acapulco, y dejarla rodeada por tierra. En enero de 1811, Morelos
ordenó a una parte de su ejército tomar el Cerro del Veladero, un monte que domina la entrada a
Acapulco. Mientras que una parte del cerro quedó en posesión del ejército
insurgente, el resto del cerro aún era retenido por los españoles, comandados
por el capitán Francisco París, que había sido comisionado por
Venegas para defender el puerto. Tras
derrotar al ejército realista, Morelos establece el campamento de su ejército
en la localidad de Paso Real de la Sabana, cercano al Fuerte de San Diego, un edificio construido para evitar
los ataques de los piratas, y que estaba bien artillada y preparada para
defender al puerto del ataque insurgente.
El teniente de artillería José Gagó, ofreció a Morelos entregarle la plaza
de Acapulco sin resistencia. La fecha en que se había pactado la entrega del
Fuerte era el 8 de febrero de 1811. En ese día, los insurgentes estuvieron
frente al Fuerte de San Diego, pero Gagó traicionó a Morelos, dejando a los
insurgentes entre varios fuegos. Morelos de
inmediato ordenó la retirada, que fue organizada por los Galeana. El campamento
insurgente se salvó de ser tomado por los realistas gracia a la intervención
del capitán Julián Ávila, mientras que el
resto del ejército, comandado por Morelos, emprendió la retirada a Tecpan.
París redactó un parte a Venegas explicando la situación. El mensaje fue
interceptado por los insurgentes, y en el se decía:
Estas gentes de la jurisdicción de
Acapulco están tan entusiasmadas por Morelos, que al mismo tiempo que a él nada
le falta, no se presenta en nuestro campo una mujer a vender tortillas. Dicen
los naturales que el cura es muy determinado; que cuando se le antoja monta en
su mula y con cuarenta hombres se va a registrar su avanzada; que espera allí a
cuantos le quieran ir a acometer
Poco antes del fracaso militar en
Acapulco, Morelos dictó en la localidad de El Aguacatillo, en el actual municipio de San Luis Acatlán, varios decretos a fin de organizar
lo más pronto posible un gobierno. Entre las medidas dictadas por Morelos, se
encontraban:
·
Evitar el
ataque con fuerzas inferiores al enemigo.
·
Obrar en
armonía consultando en casos difíciles.
·
Reiterar la
medida dictada por Hidalgo en Guadalajara, de establecer nuevo gobierno en
manos de los americanos, es decir, todos los nacidos en la
Nueva España.
·
Suprimir
el tributo, la esclavitud, las cajas de comunidad, las deudas a peninsulares y
el monopolio de la pólvora.
Bandera de
Morelos en 1812.
En Tecpan, Morelos se concentró con
su ejército, y decidió elevar el pueblo a la categoría de provincia, con el nombre de "Nuestra Señora de
Guadalupe de Tecpan", y se mantuvo el cobro de los impuestos reales ya
existentes, pero fue abolido el tributo aplicado a las tropas. Morelos decidió
tomar algunos bienes de la Iglesia para financiar sus actividades militares.
Mientras se encontraba en el sur, Morelos recibe el apoyo de la Familia Bravo,
compuesta por Leonardo y sus hermanos Máximo, Víctor y Miguel, y el hijo de Leonardo, Nicolás Bravo. Ellos eran originarios de la Hacienda de Chichihualco. Junto a ellos se unió Vicente Guerrero, arriero originario de Tixtla. También, el estudiante de derecho oriundo de Durango, Miguel Fernández Félix, se unió al movimiento, y más tarde
adoptaría el nombre de Guadalupe Victoria, quién sería el primer presidente
de México. Mientras tanto, el 13 de julio de 1811, en el pueblo de
Tixtla, Morelos dictó el siguiente decreto:
A partir de
hoy se entregarán las tierras a los pueblos para su cultivo, sin que puedan
arrendarse, pues su goce ha de ser de los naturales en sus respectivos pueblos.
Asimismo, faltándonos la moneda corriente de plata y oro para el socorro de las
tropas, he resuelto se selle moneda de cobre para el uso del comercio. Las
habrá de a peso, tostón, real y medio real, y podrán cambiarse por sus
equivalentes de curso legal en cuanto termine la guerra
Dado en
Tixtla, a 13 de julio de 1811, José María Morelos
Mientras tanto, Hidalgo había
llegado hasta las puertas de la Ciudad de México, tras triunfar en la Batalla del Monte de las Cruces, el 30 de octubre de 1810.
Tras juicios en Chihuahua, el 26 de junio fueron fusilados Allende, Aldama y
Jiménez. Mariano Abasolo, por intercepción de su esposa ante las autoridades
del virreinato, no fue asesinado, pero fue enviado a cadena perpetúa a la
cárcel en Cádiz, España en donde moriría en reclusión, aparentemente de
tuberculosis pulmonar. El 30 de julio, fue fusilado el cura Miguel Hidalgo, y
las cabezas de Allende, Aldama, Jiménez y del padre Hidalgo, fueron colocadas
dentro de una jaula de hierro, en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de
Granaditas en Guanajuato, donde permanecerían colocadas por 10 años.
Segunda Campaña
Morelos recibió, al término de su
primera campaña, una invitación de Ignacio López Rayón, para organizar un consejo de
dirección insurgente, ya que tras la muerte de los primeros líderes, el
ejército quedó disperso y sin una cabeza general visible. La propuesta de Rayón
consistía en elegir a los miembros de la Suprema Junta Nacional Gubernativa, que habría de gobernar al país en
ausencia de Fernando VII. Morelos aceptó la invitación, pero como sus
actividades militares le impedían estar presente, nombró como su delegado a
Sixto Verduzco, un antiguo compañero suyo de estudios. Puesto que Rayón quedó
en manos de la insurgencia tras la muerte de Hidalgo, de quien había sido
secretario y ministro en Guadalajara, quedó al frente de las tropas insurgentes
en Saltillo. De ahí llegó a Zitácuaro, donde el 21 de agosto, fue electa
la Suprema Junta Nacional Gubernativa, compuesta por los siguientes miembros:
Los primeros actos de la Junta
consistieron en designar a Zitácuaro, actual municipio de
Michoacán, como
capital de la insurgencia, aunque poco después, ante el ataque realista, la
Junta se trasladó a Sultepec. Morelos escribió a Rayón que "Estoy
resuelto a perder la vida por sostener la autoridad y existencia de la Suprema
Junta". Asimismo, Rayón ordenó la publicación de dos periódicos insurgentes, El Ilustrador
Nacional y El Ilustrador
Americano, ambos
dirigidos por José María Cos. En abril de 1812, la Junta redactó
los Elementos de
Nuestra Constitución, donde se estableció que el pueblo es el único soberano y se consagraron
los poderes de la Junta, y la libertad de expresión, libertad de prensa, y el derecho al trabajo. Morelos escribió a la Junta, "Que
se le quite la máscara a la independencia, eliminemos la mención del Rey".
Después, Morelos entró en Chilapa,
que por entonces era la población más próspera de la región. Entre agosto y
noviembre, Morelos estableció su centro de operaciones en Chilapa. Morelos
reforzó su relación con los indígenas, pues ´por decreto del 4 de septiembre,
se establece lo siguiente:
A todo el mundo le es lícita la
apelación, no hay motivo para denegársela a los naturales de este reino. Los
indios no deben pagar diezmos ni primicias de los frutos propios de este reino
Sin embargo, hubo un intento
de sedición, para impulsar el asesinato masivo de negros hacia blancos. Ordenó a sus tropas ir
a la costa, calmó a los sublevados con la frase "sería el yerro mayor
que podrían cometer los hombres", los cabecillas fueron llevados a
Chilapa, donde se les ejecutó.
Su relación con la Junta Nacional de
Zitácuaro fue respetuosa, ya que Morelos siempre colaboró con los lineamientos
establecidos por la Junta, a pesar de las diferencias habidas entre los
miembros del organismo regulador insurgente. Berdusco escribió a Morelos "todos
rinden a Vuestra Excelencia las debidas gracias por el honor con que los
trata".
La jerarquía eclesiástica, en la
persona del obispo español de Puebla, lanzó un
manifiesto contra la insurgencia y escribió a Morelos invitándole a desistir de
la lucha. La carta de respuesta escrita por Morelos se conserva en el Castillo de Chapultepec, y es la siguiente:
En lugar de atacar la insurgencia,
la podría defender y encontraría, sin duda, mayores motivos que el angloamericano
y el pueblo de Israel. La nación no larga las armas, hasta concluir la obra,
puesto que nosotros somos más religiosos que los europeos.
Morelos
tomó Tlapa, localidad de La Montaña, Izúcar, Cuautla y Chiautla, por el
tiempo en que Hermenegildo Galeana entró en Taxco, donde logró apoderarse de varias vetas de plata, que fueron enviadas a la Junta Nacional, ya que
Calleja tomó Zitácuaro, y la Junta se quedó sin fuerzas para resistir el embate
realista. En Izúcar, Morelos estuvo a punto de ser capturado por las fuerzas
realistas, y escribió a Galeana, "Resistí yo solo con treinta hombres
que escogí para irme a pasear a Izúcar, de los que dejé veinte en la plaza y
con diez fusileros y unos cuantos vaqueros salí a cortarles la retirada".
En Izúcar,
Morelos recibió el 12 de diciembre a Mariano Matamoros, un
sacerdote de Tlaxcala, que veía con
buenos ojos el movimiento insurgente y que quería unirse a su ejército. Morelos
le respondió afirmativamente y de "buena
gana", diciéndole que le recordaba a él mismo en su visita con
Hidalgo, por lo que aceptó a Matamoros en su ejército, dándole el cargo de coronel. Con el tiempo
Matamoros sería nombrado mariscal de campo y Morelos le llegó a considerar "su mano derecha",
hasta que Matamoros fue capturado y fusilado. También recibió a un antiguo
sirviente de la Junta Nacional, José Manuel de Herrera, quien fue nombrado embajador en
los Estados Unidos de América, en 1813.
El 2 de
enero de 1812, Félix María Calleja del Rey, triunfó en la Batalla de Zitácuaro, población en la que se encontraba asentada la Junta
Nacional, y varios de sus documentos se perdieron en la batalla, pues la Junta,
puesta en fuga por las tropas realistas, no tuvo tiempo de rescatar los
archivos. Desde Toluca, nueva sede de
la Junta, Rayón escribe a Morelos pidiéndole ayuda para salvar al organismo. A
pesar de hallarse convaleciente por haber sufrido tuberculosis, Morelos
salió a proteger a la Junta, que ahora estaba instalada en Tenancingo, donde Morelos derrotó a las tropas españolas,
comandadas por Rosendo Porter. De ahí, decidió marchar a Cuernavaca, para
reorganizar su ejército, y estableció su centro de operaciones en el pueblo de
Cuautla, donde planeó la toma de la Ciudad de México o Puebla.
Tras
derrotar a la brigada realista comandada por Rosendo Porter, Morelos pensó
seriamente en tomar la Ciudad de México. El virrey Venegas, preocupado ante la
posibilidad de un ataque insurgente a la capital, comisionó a Calleja para
hacer frente a Morelos, que estaba acuartelado en Cuautla. Calleja acababa de
derrotar a Rayón en Zitácuaro, por lo que a pesar de sus diferencias con el
virrey, lograron llegar a un acuerdo, en el que se expresaba que el 5 de
febrero, Calleja debería ser recibido con honores en la Ciudad de México .Durante
las fiestas hechas en honor a Calleja, en el desfile por la ciudad, el caballo que montaba Calleja se asustó por un cohete lanzado
por un chiquillo y lo aventó y el mariscal cayó frente a toda la multitud. El 9 de febrero, Calleja se lanzó al
ataque de Cuautla, y en el primer enfrentamiento, con varias bajas, los
insurgentes lograron repeler al ejército español. Unos cuantos días después,
Morelos salió a inspeccionar los campos de Cuautla, donde por casualidad se
encontraba una milicia de soldados realistas que estuvieron a punto de capturar
a Morelos. Más tarde, lanzó la siguiente proclama a sus tropas:
Nosotros hemos jurado
sacrificar nuestras vidas y haciendas en defensa de nuestra religión santa y de
nuestra patria. Ya no hay España, porque el francés se ha apoderado de ella. Ya
no hay Fernando VII porque o él se quiso ir a su casa de Borbón en Francia y
entonces no estamos obligados a reconocerlo por rey, o lo llevaron a la fuerza,
y entonces ya no existe. Y aunque estuviera, a un reino conquistado le es
lícito reconquistarse y a un reino obediente le es lícito no reconocer a su
rey, cuando es gravoso en sus leyes que resultan insoportables, como las que de
día en día nos iban recargando en este reino los malditos gachupines. Os diré
por último que nuestras armas están pujantes y la América se ha de poner libre,
queráis o no queráis vosotros.
Calleja
sitió la ciudad, cortó el agua, cesó la provisión de alimento a
la ciudad, mandó contaminar varios pozos con animales muertos, todos estos actos
para apresurar la caída de Cuautla. En una ocasión, Calleja envió a Morelos un
ofrecimiento de indulto, aplicable a
él y a todos los soldados insurgentes que hubiesen participado en el Sitio de Cuautla.
Morelos respondió que le ofrecía lo mismo a Calleja y a sus militares. Se dice
que el virrey Venegas, harto de la situación, envió a uno de sus hombres de
confianza descrito como "gordo y barrigón", a matar a Morelos,
quien fue previsto por Rayón y el sujeto fue identificado y ejecutado. Por esos
días, Morelos ordenó a Matamoros salir de la ciudad a buscar provisiones, y a
auxiliar a la Junta Nacional, instalada en Toluca, y Matamoros
logró romper exitosamente el cerco, durante la madrugada del 21 de abril. Varios
incidentes, como enfermedades, dolores intensos de pierna, migrañas y
caída de caballos, por momentos le hicieron pensar rendir la plaza.
En una
acción militar hecha en abril, los realistas estuvieron a punto de tomar una
parte de Cuautla, puesto que habían hecho retroceder a gran parte de los
defensores de la plaza, pero un niño, de apenas 12
años, tomó un cañón y lo hizo disparar, destruyendo en el acto a la avanzada
realista que venía a reforzar a los atacantes, quienes huyeron dispersos ante
la caída de sus refuerzos. Ese niño se llamaba Narciso Mendoza y
es conocido como "El Niño
Artillero", el cual sería bisabuelo de otro héroe de la Revolución
Mexicana que estallaría 100 años después: Emiliano Zapata. Morelos le entregó
un premio de dos reales por su acción.
Calleja
escribió en la madrugada del 2 de mayo, la siguiente misiva de renuncia al
sitio de Cuautla, dirigida al virrey Francisco Xavier Venegas:
Si la constancia y
actividad de los defensores de Cuautla fuese con moralidad y dirigida a una
justa causa, merecería algún día un lugar distinguido en la Historia.
Estrechados por nuestras tropas y afligidos por la necesidad, manifiestan
alegría en todos los sucesos. Entierran sus cadáveres con repiques en
celebridad de su muerte gloriosa, y festejan con algazara, bailes y borracheras,
el regreso de sus frecuentes salidas, cualquiera que haya sido el éxito,
imponiendo pena de la vida al que hable de desgracias o rendición. Ese clérigo
es un segundo Mahoma, que promete la resurrección temporal y después el paraíso
con el goce de todas las pasiones a sus felices musulmanes
Esa misma
noche, los insurgentes habían decidido que la situación era ya insostenible y
tomaron la decisión de romper el cerco puesto por los realistas desde febrero.
A las 2:30 de la mañana del 2 de mayo de 1812, y tras 63 días ininterrumpidos
de sitio, Morelos y el ejército insurgente abandonaron Cuautla. Los realistas
fueron alertados por un espía de la salida insurgente, pero la noticia llegó
tarde, no pudieron evitar el rompimiento del sitio. Tras unos breves intentos
de resistencia, los insurgentes pudieron dejar Cuautla. Al día siguiente,
Calleja ordenó el saqueo y asesinato de los habitantes de Cuautla, y unos días
más tarde regresó a la Ciudad de México, donde el virrey Venegas le recibió en
audiencia privada, haciéndole en el acto el ofrecimiento de la comandancia
general de la Ciudad de México, y Calleja, tras muchas meditaciones, aceptó.
Tercera Campaña
Después de
la acción militar de Cuautla, Morelos se trasladó a la sierra central de
México, donde se encuentra el Eje Volcánico
Transversal, y tomó Izúcar, Ocuituco,
Hueyapa, Cítela y Chiautla, donde Morelos reorganizó sus tropas, pues estaba
decidido a marchar hacia el sur del virreinato. En Chiautla, Morelos recibió la
noticia de que Leonardo Bravo, había
sido capturado a traición mientras dormitaba en la hacienda del comerciante español
Gabriel de Yermo, en la madrugada del 10 de mayo de 1812. Fue presentado ante
Calleja, quien se dirigía a México, y que tomó la decisión de que se le
enjuiciaría en la capital. Tras varios intentos de persuasión por parte de
Morelos hacia las autoridades españolas, Leonardo Bravo fue ejecutado a garrote vil, la mañana
del 13 de septiembre, a pesar de que los insurgentes ofrecieron 800 soldados
españoles a cambio de la vida de Bravo. Entonces, Morelos autorizó a su hijo,
Nicolás Bravo, la ejecución de los prisioneros realistas. A la mañana
siguiente, Bravo reunió a los españoles y acto seguido, les perdonó la vida, el
a población de Medellín, en el Estado de Veracruz, por lo cual años después
dicha población sería conocida como Medellín de Bravo. Por este hecho, se le
conoce como "El Caudillo
Magnánimo". Los españoles al perdonarles la vida, se unieron al
ejército insurgente, unos por convicción dado que sus superiores habían negado
la negociación de su libertad y la mayoría por agradecimiento al General
Nicolás Bravo.
Tras tener
noticias, vía de la Junta Nacional, que recientemente le había nombrado capitán general,
debido a su triunfo en Cuautla, y que le informó que en Oaxaca, las fuerzas realistas acababan de sitiar a Valerio Trujano,
exactamente en la población central de Huajuapan. Morelos acudió a la
ciudad cuanto antes pudo, y sus fuerzas lograron detener por unas horas a los
refuerzos realistas enviados desde Puebla. Trujano logró echar a las fuerzas españolas de
Huajua pan, pero murió en el acto, a causa de varios disparos hechos por un
soldado realista llamado José Martín Pérez, quien fue premiado por los soldados
españoles con 20 reales en oro.
Recibió
una misiva de Ignacio López Rayón, explicándole que la Junta se había dividido
para tratar de lograr una mejor comunicación con los insurgentes del resto del
país, por lo que Berdusco se trasladó hacia el poniente, Liceaga al norte y Rayón se estableció en el norte, al tiempo que nombraron a Morelos capitán general y
vocal de la junta, cargos también recibidos con anterioridad por ellos. Morelos
se encargó de mandar refuerzos a Rayón, quien se instaló su pueblo natal, Tlalpujahua, aunque esa relación se vio empañada por un enviado
de Rayón a Morelos.
Morelos
revisó los Elementos
Constitucionales, redactados por
la Junta, y sugirió el nombramiento de un quinto vocal y la supresión de la
mención al rey Fernando VII. Decía Morelos en sus argumentos que el crecimiento
a grandes pasos de la insurgencia, que el quinto vocal era necesario, si se
tenía como fin mejorar la administración de justicia entre los territorios
dominados por las tropas insurgentes. Como parte de esas ideas, Morelos dictó
leyes en cada provincia que iba conquistando, y una de sus leyes fue la
reducción del impuesto al comercio y
las alcabalas, del seis al
cuatro por ciento. También, ante el fracaso de importar pólvora inglesa, estableció
talleres en los que se forjaban armas, se fabricaba pólvora, y se fundía plomo y cobre.
Cuarta Campaña
Tras
meditarlo con sus soldados, Morelos decidió marchar a Oaxaca en noviembre de 1812 tras haber tomado las Plazas de Tehuacán y Orizaba en
donde en esta última ciudad, quemó tabaco almacenado para su venta, originando
una fuerte pérdida al Gobierno Español. En la madrugada del 25 de noviembre, el
ejército insurgente llegó a las puertas de la capital de la intendencia de
Nueva Antequera, donde escribió una carta al brigadier Roque Abarca, comandante
general de la plaza y al obispo Antonio Bergosa y
Jordán, pidiéndoles la rendición de
la plaza, y enviando una carta a la comandancia, portada por varios emisarios.
La tropa fue repelida a cañonazos y los emisarios fueron pasados por las armas.
En Oaxaca se narra una de las leyendas de
Guadalupe Victoria, quien se dice comandaba una legión, que se acercó a
un río a cuyo extremo se encontraba una división de soldados realistas. Como
cuenta la leyenda, Victoria lanzó una espada al río diciendo "Va mi espada en prenda, voy
por ella" y acto seguido
se lanzó al ataque de los realistas, siendo a su vez imitado por el resto de la
tropa comandada por él.46 Tras
tres horas de combate, Morelos logró tomar la ciudad, y en una carta dirigida a
Rayón se expresa lo siguiente:
La ciudad de Oaxaca,
que acabamos de tomar, además de ser sede obispal y de intendencia, está llena
de hombres útiles, minas, puestos y granas, que convertiremos en fusiles. El
ilustrísimo señor Bergoza me ha escrito llamándonos obedientes forzados,
hipócritas y disimuladores, como contestación a mi carta de rendición
Mientras
tanto, Morelos distribuyó entre su tropa un premio originalmente establecido
por los miembros del cabildo catedralicio para los defensores realistas de la plaza.
A pesar de haberse cometidos saqueos y ejecuciones de jefes realistas, pocos
días después Morelos dictó una ley en la que se disponía el castigo de soldados
que cometieran atropellos contra la población civil, "ya que nuestro ánimo no es
atropellar, sino conservar a cada uno ileso en su derecho".
La mañana
del 13 de diciembre se realizó en Oaxaca la jura solemne de la Junta Nacional
Gubernativa. Aproximadamente a las ocho de la mañana, los miembros del
ayuntamiento oaxaqueño marcharon a la casa del alférez real, donde tomaron el
pendón usado en las ceremonias oficiales del gobierno realista. Acto seguido
procedieron a enarbolarlo en un tablado construido expresamente para tal fin en
la plaza principal, frente a un retrato del rey Fernando VII, Matamoros y
Galeana acompañaban al alférez que proclamó a la Junta como depositaria de los
derechos del rey sobre el Virreinato de la Nueva España, "a lo cual correspondió el
pueblo con un griterío lleno de júbilo en que no se oyó más que un continuo
viva", como lo describe Matamoros. Desde el balcón central de la
Intendencia, Morelos presidía la ceremonia, acompañado de un secretario
representante de la Junta enviado por Rayón, quienes arrojaban monedas de plata a la multitud. Como comentó al secretario de Rayón,
Morelos se lamentó de que "la
gente estima más una moneda de cobre con el sello de Fernando que una de oro
con el sello de América"
En Oaxaca,
Morelos estableció un tribunal de protección y confianza pública, dedicado a
investigar sospechas de faltas a la causa insurgente, y que prohibía las juntas
secretas. Poco tiempo después, Morelos lanzó una proclama dirigida a sus
soldados, con respecto a su posición acerca de la recién promulgada Constitución de Cádiz, en el que no se mencionaba al monarca, ya que pocos
días después de la toma de Oaxaca, el virrey Venegas fue obligado a jurar la
Constitución en la capital, y también se llevaron a cabo elecciones de diputados provinciales y a
las Cortes Generales españolas,
donde los criollos triunfaron, ya que la constitución establecía una libertad
no absoluta para las colonias, pero ya tenían garantías individuales y un
sistema representativo combinado con la monarquía, pero a los
pocos meses el gobierno virreinal derogó la Carta Magna de Cádiz, ante el temor
de que el movimiento insurgente se viera favorecido. Ante esto, Morelos lanzó
esta proclama:
El designio de la
Insurgencia es defender la libertad que nos concedió el autor de la naturaleza.
Las Cortes de Cádiz, al tiempo que declararon su independencia, hubieran
declarado la nuestra y nos hubieran dejado en libertad para establecer nuestro
gobierno, como ellos el suyo. Instauremos también la libertad y suprimamos las
castas, pues sólo la virtud ha de distinguir al hombre, así como la condenación
del vicio y de la ociosidad.
Rayón
organizó en la Ciudad de México a un grupo de abogados y
demás profesionistas conocidos como "Los Guadalupes", quienes tomaron parte en las elecciones de diputados
y prestaban información, provisiones, armas, imprentas y hasta soldados para la
causa insurgente. Uno de ellos, Carlos María de
Bustamante, dirigió el periódico El Correo Americano del
Sur, mientras que Rayón y su
hermano Ramón se habían acuartelado en Tlalpujahua, donde lo apoyaba Andrés Quintana Roo, quien sirvió de mediador entre Morelos y Rayón, cuya
relación tuvo dificultades debido al secretario de la Suprema Junta, Basilio
Zambrano.
En Oaxaca,
Morelos se retrató ataviado con un traje de capitán general, regalo de
Matamoros, y que fue bordado por una india que intentó envenenar a Morelos.
También, en el retrato, usó una cruz pectoral que
había sido del obispo de Puebla, Campillo. En ese mismo tiempo Morelos tuvo relación
con la sureña Francisca Ortiz, de quien nació un hijo. Poco tiempo después,
Morelos decidió abandonar Oaxaca, tras mes y medio de su captura, y proseguir
la marcha hacia Acapulco, ciudad que al intentar tomar hacía dos años fracasó.
Ahora, muchos de sus soldados desertaron en el camino. En abril de 1813, puso
sitio al Castillo de San Diego, que, tras una larga resistencia de más de
cuatro meses, capituló en agosto de 1813.
Tras la
caída de Acapulco, Morelos recibió una notificación de Berdusco en la que le
informaba de que estaba llevando a cabo una recolección de fondos para tomar
Valladolid. Rayón, presidente de la Junta, le advirtió que no lo hiciera hasta
no contar con el beneplácito de toda la insurgencia. Berdusco no hizo caso a
Rayón y atacó Valladolid, pero las fuerzas realistas lograron repeler su
ataque, y los insurgentes perdieron armas y artillería. Rayón destituyó a
Berdusco e inició una investigación, en la que se decidió juzgar al sacerdote
Pablo Delgado, jefe de la intendencia insurgente en Michoacán. En este suceso
hubo un conflicto, ya que Delgado era sacerdote, y Rayón, quien era laico, le iba
a juzgar. Berdusco y Liceaga se aliaron contra Rayón, y Morelos permaneció en
silencio durante el tiempo del conflicto, y este silencio le achacó a Morelos
desavenencias con Rayón que ocasionaron la caída de Tlalpujahua en manos de los
realistas. Este incidente provocó que Morelos y Rayón perdieran la confianza,
pues Morelos pensaba que Rayón quería acaparar todo el poder para sí mismo. Por
ello, varios líderes insurgentes consideraron que el liderazgo le correspondía
a Morelos, quien reformó la Junta Nacional en mayo de 1813.
El Congreso de Anáhuac
Cuando
Morelos decidió reformar la Junta Nacional, Carlos María de
Bustamante, propuso en Oaxaca crear
un Congreso que
reemplazara a la Junta. Esta idea de un
órgano insurgente que constituyera la soberanía y representación de las
provincias novohispanas, como ya lo habían propuesto Hidalgo y Cos. Morelos
suprimió de inmediato la Junta Nacional, y con el apoyo de las corporaciones
oaxaqueñas, llamó a la formación del nuevo organismo. Rayón calificó al
proyecto de "fruto de la
preponderancia de las bayonetas", Liceaga tardó en aceptar y Berdusco,
a pesar de estar perseguido por Rayón, fue el único miembro de la ya para
entonces desaparecida Junta Nacional, que accedió de inmediato.
Morelos
expidió una convocatoria para la designación de los diputados que habrían de
concurrir al Congreso, cuya sede se había fijado en la ciudad de Chilpancingo. Quintana Roo redactó un reglamento como base para la
elección y funcionamiento del Congreso una vez reunido. Por razones de la
guerra, sólo Oaxaca y Tecpan eligieron diputados. Los miembros de la
desaparecida Junta fueron considerados como diputados propietarios, con
excepción de Morelos, quien se autoexcluyó, pero se reservó la facultad de
designar a los diputados suplentes. Por esos días, Morelos lanzó una proclama
en la que afirmaba que la división de poderes era el mecanismo de gobierno más
propio para la nación.
El 13 de
septiembre se inauguró en Chilpancingo el Congreso. En la apertura oficial, los
diputados electos eran José Sixto Verduzco por Michoacán, José María
Murguía por Oaxaca, Andrés Quintana Roo por Puebla y José Manuel de Herrera porTécpan, mientras que los cuatro diputados restantes irían
llegando en las semanas siguientes. En el acto inaugural, Morelos pronunció un
discurso en cuya redacción había colaborado Carlos María de
Bustamante como revisor, y que
su idea fundamental era la "salvación
de la patria".
Pocos días
después, y ante el arribo de los jefes militares a Chilpancingo, Morelos
preparó un discurso conocido como Sentimientos de la
Nación, en el que se expresan los
pensamientos de Morelos, que habían sido manifestados desde el bando del
Aguacatillo en 1810, y en las cartas que Morelos escribió en su época
insurgente, así como algunos elementos de los escritos de la Junta Nacional, y
escribió finalmente que el Congreso debería dictar como primera ley la
supresión de la esclavitud y
la igualdad de todos los mexicanos. Este documento fue leído en la sesión del
13 de septiembre por el secretario Juan Nepomuceno Rosáins.
Al día
siguiente, se efectuó la sesión en la que debería elegirse Generalísimo, y esta
elección se llevó a cabo por el Congreso. Fueron propuestos Rayón, Liceaga,
Berdusco y Morelos, y por unanimidad resultó electo Morelos, pero en vista de
su renuencia a aceptar el cargo, los miembros del Congreso decidieron tomar un
tiempo para deliberar. Los militares se opusieron, argumentando que Morelos
había sido electo por aclamación popular y no se podía aceptar su renuncia, que
fue la decisión final del Congreso. Finalmente Morelos aceptó, y el Congreso le
otorgó el título de "Alteza Serenísima", que Morelos rechazó y
decidió cambiar por "Siervo
de la Nación", de acuerdo a una argumentación bíblica.
Más tarde,
llegaron los diputados que faltaban, entre ellos Bustamante por México, Cos por Veracruz, Liceaga por Guanajuato y
Rayón por Guadalajara. Ya reunidos todos los diputados, el Congreso
procedió a declarar el 6 de noviembre, la independencia de América Septentrional,
con el decreto siguiente: "Queda rota para siempre jamás y disuelta la
dependencia del trono español" Aún
no era usado el término México, que entonces se refería únicamente a la
provincia homónima. Los diputados comenzaron la redacción de la Constitución,
basándose en la Constitución de Cádiz, a la Constitución
de los Estados Unidos y a
la Constitución francesa
de 1791. Decretó también la
restauración de la Compañía de Jesús y la cobranza de impuestos, creándose
para el efecto los tribunales fiscales correspondientes.
Quinta Campaña
Tras el
cierre del Congreso, el cuerpo legislativo se trasladó con Morelos a seguir la
guerra. Matamoros proponía atacar Puebla, considerada una ciudad estratégica
por el gobierno español, o bien Guadalajara o la Ciudad de México. Sin embargo,
Morelos se decidió por Valladolid, su ciudad natal, y que había sido tomada por
Hidalgo en octubre de 1810, y reconquistada por las fuerzas españolas en diciembre
del mismo año. Mientras tanto, Matamoros derrotó a una división española en El
Palmar y Nicolás Bravo hizo lo mismo en Coscomatepec. Pero Venegas había sido
removido del virreinato y en su lugar había sido nombrado Calleja, quien se dio
a la tarea de reorganizar al ejército.
Morelos
criticó una guerra de guerrillas que se había desatado en Guanajuato y Michoacán, ya que,
según sus planes, la guerrilla no retenía segura ninguna población. Rayón se
opuso diciendo que los guerrilleros conocían mejor el territorio que los
realistas. En medio de sus fricciones con Rayón, Morelos logró obtener
información sobre el territorio michoacano y logró planear su estrategia de
batalla. Ramón Rayón, hermano de Ignacio, le ofreció apoyo y soldados, pero
Morelos se negó. Las dificultades tenidas con Rayón hicieron dudar a Morelos
sobre su victoria, ya que su familia era una de las más respetadas en
Michoacán. Morelos intentó remediar la situación escribiendo una carta a Rayón,
pero éste no respondió. Finalmente, y tras tres años de ausencia, Morelos llegó
el 12 de diciembre a Carácuaro, donde se
enteró de que en abril de 1811, Brígida Almonte había muerto de tuberculosis. Diez
días más tarde, Morelos acampó en los Llanos de Santa María, a pocas leguas de
Valladolid.
El 23 de
diciembre, Morelos, Bravo y Galeana atacaron Valladolid, en un hecho conocido
como la Batalla
de las Lomas de Santa María.
Alrededor del medio día, el ejército realista consiguió frustrar un ataque
conjunto de las tropas insurgentes, comandadas por Galeana y Bravo, gracias a
refuerzos realistas, que llegaron desde la capital y que eran comandados por Ciriaco del Llano. Al
día siguiente, 24 de diciembre durante la noche de Navidad, Agustín de Iturbide y Del Llano, lograron penetrar hasta el campamento
insurgente, y tras unos minutos de batalla, se retiraron dejando a los
insurgentes matándose entre ellos mismos. En este acto, Juan Nepomuceno
Almonte, hijo de Morelos, fue herido en un brazo. Pocos días después, y
aconsejado por varios de sus militares, Morelos ordenó que una parte de su
ejército se presentara en Puruarán el
4 de enero de 1814 a detener a las fuerzas realistas, mientras él y la parte
restante del ejército huían. En la batalla de Puruarán un soldado llamado
Eusebio Rodríguez capturó a Matamoros, y fue recompensado con 200 pesos oro.
Tras un juicio sumario en Valladolid, Matamoros fue fusilado en el Portal de
las Ánimas, el 3 de febrero, pese a que Morelos había ofrecido al gobierno
virreinal 300 soldados españoles a cambio de la vida de Matamoros.
El
Congreso ordenó a Morelos marchar con su ejército hasta Acapulco para efectuar la ejecución de los prisioneros realistas ofrecidos en canje al
gobierno virreinal. Mientras tanto, el Congreso tomó la decisión de despojar a
Morelos del mando militar y del poder ejecutivo,
mientras que fue nombrado diputado por Nuevo León, cuando se
aumentó a dieciséis los miembros del Congreso, al tiempo que Liceaga y Rayón
volvieron a dirigir tropas. El 24 de febrero, José Gabriel de Armijo, derrotó a
Morelos en la Batalla de Tlacotepec.
El 22 de
octubre de 1814, el Congreso promulgó en Apatzingán la primera constitución en la Historia de México. Morelos se había reconciliado con el Congreso pocas
semanas antes y colaboró en la corrección y redacción de los últimos artículos.
Debido a la persecución del ejército realista, el Congreso redactó la
Constitución entre las haciendas de Tiripetío y Santa Efigenia, y los
principales redactores fueron José Manuel de Herrera, Andrés Quintana Roo, José Sotero Castañeda, Cornelio Ortiz de Zárate, Manuel de Aldrete y José
María Ponce de León, quienes incluyeron en el texto las garantías individuales,
aunque los ciudadanos deberían estar sujetos al gobierno. El mismo día, se
eligió al Supremo Gobierno, se celebró un festín y Morelos afirmó que era
"el día más feliz de su vida".
Morelos,
Liceaga y Cos asumieron el poder ejecutivo, cuya principal tarea era planear la
lucha insurgente contra el ejército realista. Morelos se encargó de fortificar
el Cerro del Cóporo, donde años más tarde Ramón Rayón derrotaría a Iturbide. En
junio de 1814, Hermenegildo Galeana acudió a la costa guerrerense, a defender
las posiciones conquistadas. El 27 de junio sufrió un accidente al caer de su
caballo. Fue capturado por un soldado realista llamado Joaquín de León, quien
lo degolló al instante. Se dice que al conocer Morelos la noticia de la muerte
de Galeana, exclamó "Se
han acabado mis dos brazos, ya no soy nada", haciendo referencia a
Matamoros y Galeana.
El
gobierno insurgente estableció comunicación con los Estados Unidos de América,
nombrando a José Manuel de Herrera como su embajador, y a José Álvarez de
Toledo, cubano nacionalizado mexicano residente en Nueva Orleans, como
cónsul en Nueva York. En
Puruarán, se creó la primera bandera militar de la historia de México. Poco
tiempo después, salió la comitiva hacia Estados Unidos, en la que iba el hijo
de Morelos, que fue enviado a estudiar por su padre.
El 7 de
marzo de 1815, se llevó a cabo en Ario, Michoacán, la instalación del Supremo
Tribunal de Justicia, con lo que quedaban completos los tres poderes de la
unión. El ejército realista, en la persona de Iturbide, empezó una persecución
implacable contra ellos, puesto que Fernando VII había vuelto de su cautiverio en Bayona, Francia y
se había derogado la Constitución de Cádiz.
El
Congreso comisionó a Rosaíns levantar tropas por Veracruz y Puebla, zona donde Ignacio López Rayón se encontraba con
mucho poder y con la misma comisión. Esto produjo conflicto ya que Rayón
presumía de antigüedad al haber servido a Hidalgo. Durante un largo plazo, hubo
serias discordias insurgentes, que acabaron con la derrota de Rosaíns. Morelos
y el Congreso lo culparon de las derrotas, y estuvo a punto de ser fusilado,
pero gracias a la intervención de Liceaga fue salvado. Mientras tanto, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Manuel Mier y Terán, lograron apoderarse de todoVeracruz.
Otras
discordias se produjeron dentro del Congreso, ya que José María Cos, había logrado conseguir el mando de unas tropas en Pachuca, donde expidió
un manifiesto llamando a sus tropas a desconocer al Congreso y que el mando
militar le fuera restituido a Morelos y Rayón. El Congreso ordenó a Morelos
capturar a Cos, mientras éste ordenó a su tropa que lo defendiese, pero en
lugar de hacerlo, lo entregaron a Morelos, quien ordenó su ejecución. Pedro
Herrera, cura de Uruapany
antiguo maestro de Morelos, intercedió por Cos y finalmente no fue fusilado.
El
gobierno del Virreinato se estaba fortaleciendo debido a que en 1814, Fernando
VII regresó de su exilio en Bayona,Francia, después de
que las tropas españolas vencieran en la Guerra
de Independencia de España. Muchas
tropas que combatieron contra las fuerzas de Napoleón, llegaron a México a
reforzar a las tropas realistas. Bajo el mando de militares como José Gabriel de Armijo, los realistas lograron reconquistar Oaxaca y Acapulco, en julio de 1815. Calleja ordenó a las fuerzas
realistas atacar al Congreso y al Tribunal de Justicia. Por ello, el Congreso
acordó trasladarse a Tehuacán, Puebla, el 29 de septiembre de 1815, custodiados por una
caravana dirigida por Morelos y Bravo.
Juicio y ejecución
El 5 de
noviembre de 1815, Morelos fue capturado en Tezmalaca, Puebla, por las tropas españolas al mando del Coronel Manuel
de la Concha. Durante la marcha del Congreso hacia Tehuacán, las tropas
realistas, situadas en el municipio guerrerense de Atenango del Río, supieron el
desplazamiento de los insurgentes a Tehuacán. De inmediato, Manuel de la Concha
salió de la guarnición al amanecer junto con una brigada de aproximadamente 500
hombres. Pocas horas después lograron alcanzar a las fuerzas insurgentes
comandadas por Morelos, quien iba al centro y Bravo, en la retaguardia. El
Congreso, que viajaba con ellos, logró evadir la captura realista gracias a los
esfuerzos de las tropas de Bravo. Morelos intentó salvar la vida de uno de sus
soldados y en ese momento fue aprehendido por 10 soldados realistas. No era la
primera vez que Morelos era capturado, ya que en la acción militar de Lomas de
Santa María fue aprehendido por un soldado realista, pero las tropas de
Matamoros lo salvaron antes de ser conducido al campamento realista.
El
comandante de la división que capturó a Morelos en Tezmalaca fue Matías
Carranco, antiguo militar insurgente que desertó en 1812. Morelos le dijo, al
reconocerlo "Señor
Carranco, parece que nos conocemos", y después le regaló un reloj. Acto seguido, Morelos y 200 prisioneros insurgentes
más, fueron conducidos ante Manuel de la Concha, quien procedió a dictar el
comunicado que se envió al Ministerio de Guerra, en Valencia, España, y a la Ciudad de México.
Asimismo, ordenó el fusilamiento de 150 de los 200 prisioneros insurgentes,
quienes fueron ejecutados en presencia de Morelos. Los 50 insurgentes restantes
fueron enviados como esclavos a Manila.
En México,
la noticia se supo el 9 de noviembre, y se mandó celebrar con un Te Deum, celebrado por
el arzobispo Pedro de Fonte. A pesar de que la ley y el derecho canónico, permitían ejecutar a los eclesiásticos que fueran
sorprendidos con las armas en la mano,Calleja, la Inquisición Española, y el gobierno, vieron en su captura la posibilidad
de juzgar a toda la insurgencia. A pesar de que Manuel de la Concha pidió que
el juicio se realizara en Puebla, Calleja ordenó que fuera en la capital. Morelos
llegó a la Ciudad de México el 13 de noviembre de 1815.
El primer
juicio realizado a Morelos fue el Proceso de las Jurisdicciones Unidas,
realizada entre el 14 y el 23 de noviembre, presidido por el auditor de guerra
Miguel Bataller, y por el representante del arzobispado, Félix Flores Alatorre.
El gobierno consideró prudente otorgarle un defensor, y la responsabilidad cayó
en manos del abogado vallisoletano José María Quiles. La principal acusación
realizada hacia Morelos fue la de haber incurrido en el delito de alta traición
al rey, la patria y Dios, sabotaje del virreinato y provocar muertes y
destrozos. En su contestación, Morelos respondió diciendo "En España ya no había rey, se
fue a su casa de Francia, pero si bien regresó, volvió al trono como un déspota
contaminado de irreligiosidad". Después se le siguió el juicio
eclesiástico, donde fue acusado de violar el celibato al
tener 3 hijos ilegítimos, de no hacer caso de las excomuniones levantadas en su
contra por el obispo michoacano Manuel Abad y Queipo. En una carta dirigida al inquisidor Antonio Bergosa y
Jordán, (que era obispo de Oaxaca en
1812, cuando el Ejército Insurgente tomó la ciudad), Morelos expresó que las
excomuniones sólo eran válidas en caso de que el Papa o un concilio las
dictara. Por decreto del Tribunal de la Inquisición, de fecha 23 de noviembre,
Morelos fue condenado a la degradación religiosa.
El 17 de
noviembre, Ignacio Alas fue
nombrado por el Congreso como sustituto de Morelos, y este mismo cuerpo
legislativo envió al virrey Félix Calleja una
carta, fechada el 20 de noviembre, solicitando el perdón para Morelos. El 24 de
noviembre, los obispos, Durango y Oaxaca, fueron recibidos en una entrevista privada por Calleja,
a quien le pidieron no aplicar la pena de muerte a Morelos. Quiles solicitó ese
mismo día a Morelos información acerca del ejército insurgente. Pedro de Fonte,
arzobispo de México, nombró la junta canónica que procedería a degradar a
Morelos. Calleja, quien estaba inquietado debido a que el carcelero Manuel
Flores le informó que existían planes de asesinarlo, decidió disfrazarse de
militar e ir a visitar a Morelos.
La tarde
del 27 de noviembre, en la Capilla del Santo Oficio, que actualmente es la Escuela
de Medicina, Morelos fue conducido a degradación pública, oficiada por elInquisidor General Antonio Bergosa y
Jordán. Morelos vestía una sotana
amarilla de menor talla que, según Lucas Alamán, quien
presenció la escena, "le
hacía ver mal".61Bergoza
pronunció en latín las palabras de la degradación, cuya traducción al idioma español, sería "Apartamos de tí la facultad
de ofrecer el sacrificio a Dios, y de celebrar la misa. Con esta raspadura, te
quitamos la potestad, que habías recibido en la unción de las manos. Te
despojamos con razón del vestido sacerdotal. Te privamos del orden levítico,
porque no cumpliste tu ministerio dentro de él. Como a hijo ingrato, te echamos
de la herencia del señor". La narración de Alamán dice que Morelos derramó
lágrimas al momento de ser degradado, pero Bustamante desmiente esto al decir
que quien lloró fue pues sentía
admiración hacia Morelos.
La
Inquisición siguió un proceso a Morelos desde el 29 de noviembre. Los
principales argumentos usados por los inquisidores fueron sofismas, pero el más
usado fue la firma de la Constitución de
Apatzingán, que había sido condenada
en Roma por Pío VII, y se acusó de
contener ideas contrarias a la fe católica. De acuerdo a una entrevista
publicada en la declaración de Calleja ante el rey en 1822, el principal motivo
del juicio inquisitorial a Morelos fue desprestigiarlo ante la población pues
se le acusaba de mal católico y mal ciudadano.
El
arzobispo Pedro de Fonte redactó la retractación que Morelos debía firmar para
que se le concediera el perdón del gobierno. A pesar de que Morelos reconoció
no haber caído en ninguna herejía, la
Inquisición le declaró hereje el día de su degradación y le condenó a reclusión
perpetua en un convento africano.
De acuerdo
las autoridades virreinales, Fonte visitó a Morelos para exigirle la firma de
su retractación, y tras varios días, la retractación supuestamente firmada por
Morelos comenzó a circular el 10 de diciembre. Y el día 12 de diciembre,
Calleja recibió una carta de Morelos indicándole estrategias y lugares clave
para el Ejército Insurgente.
Sin
embargo, el historiador José Herrera Peña demuestra la falsedad de la supuesta
retractación, pues nunca existió, ni esta ni la traición a sus compañeros de
armas, por parte de Morelos, quien todo lo contrario: se mantuvo fiel a sus
principios y valores, insurgentes y religiosos
La
madrugada del 21 de diciembre, Calleja dictó la sentencia de muerte para
Morelos, y el coronel De la Concha, su captor, fue el encargado de ir a la
prisión y leerla a Morelos, quien la escuchó de rodillas. Recordaba que hacía
18 años, en esa misma fecha y de rodillas también, recibió la unción
sacerdotal.
El viernes
22 de diciembre, alrededor de las seis de la mañana Morelos despertó en su
celda, comió un pan con café, y después fue
encadenado de manos y pies, subió a una carroza custodiada por 50 soldados y
marchó a Ecatepec, donde se realizaría la ejecución, por orden de
Calleja, ya que se podía presentar un motín. Al pasar por La Basílica, intentó hincarse pero el peso de las cadenas se lo
impidió. Tras un largo viaje, llegó a Ecatepec a la una de la tarde. El sacerdote,
Miguel Salazar, fue comisionado por Manuel de la Concha para confesar a Morelos
y preparar su sepultura. Después de comer, Morelos conversó un poco con Salazar
y De la Concha, y posteriormente se confesó. Antes de pasar al paredón, rezó el
salmo 51 y posteriormente tocaron los tambores. Morelos abrazó a Concha, se
vendó los ojos, tomó un crucifijo y
exclamó: "Señor, si he
obrado bien, tú lo sabes, pero si he obrado mal, yo me acojo a tu infinita
misericordia". Acto seguido se hincó con la espalda al pelotón. A la
voz de mando sonaron dos descargas. Oficialmente, a las cuatro de la tarde del
viernes 22 de diciembre de 1815, José María Morelos y Pavón habían muerto.
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